Los padres y los propios adolescentes tienen la necesidad de comprender el desarrollo del cerebro en la adolescencia.
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¿Cómo es el cerebro del adolescente? Respuesta de las Neurociencias.

¿Es inevitable la crisis de la adolescencia? ¿Por qué no afecta por igual a chicos y chicas? ¿Qué es genético y qué es cultural y educacional en las conductas de riesgo de algunos adolescentes? Las neurociencias permiten hoy una respuesta rigurosa a esas y otras cuestiones.

¿Es inevitable la crisis de la adolescencia?

La adolescencia se caracteriza por el crecimiento físico y psicológico de la persona. Es la fase del desarrollo humano entre la infancia y la edad adulta.
Es un hecho que el cerebro sigue desarrollándose de forma gradual durante la infancia y madura en la adolescencia, por áreas, siguiendo un proceso ordenado desde la nuca hacia las áreas frontales. Depende de las hormonas femeninas o masculinas, que controlan y aúnan lo afectivo y lo cognitivo (control de impulsos, juicio y toma de decisiones). El cerebro alcanza su máximo tamaño a final de la infancia. Y después, permanece constante pero cambia su estructura. La adolescencia es el momento crucial para la maduración de la personalidad, ya que el cerebro se ordena, unas áreas crecen y otras disminuyen.

El establecimiento y regulación de los circuitos, se modula con la educación y la propia conducta. Todo contribuye al modo en que cada uno edifica su cerebro. Los cambios naturales no son la causa de la crisis emocional y de conducta en algunos adolescentes. Esa crisis, cuando se da, es el resultado de influencias sociales y de propias experiencias y actitudes de cada uno sobre un cerebro naturalmente vulnerable.

Aunque no de una forma tan acusada, el cerebro permanece expuesto a cambios toda la vida, dependiendo de las experiencias, decisiones, convicciones y valores que vayamos asumiendo. Siempre tenemos la posibilidad de desarrollar hábitos y también rehacer los circuitos distorsionados a lo largo del tiempo, con nuestros actos.

El vídeo destaca que en los adolescentes se despierta el querer saber quién soy y cómo soy.

¿Por qué no afecta por igual a chicos y chicas?

En general, en las chicas madura más rápidamente las ondas de la corteza prefrontal, que procesan el lenguaje, el control de riesgo, la agresividad y la impulsividad. En ellas su cerebro se hace muy sensible a los matices emocionales de aprobación, aceptación o rechazo; es decir, influye la relación con los demás, la educación y sus propias decisiones. Su prioridad se centra en relacionarse socialmente, gustar y agradar. El estrés se dispara ante los conflictos en las relaciones con los demás o ante un peligro y se relaja con las conversaciones en las que comparten su intimidad. Gracias a que los estrógenos activan la liberación de dopamina -hormona de la felicidad- y de oxitocina -hormona de la confianza- que a su vez alimenta ese impulso en busca de intimidad.

En los chicos la elevación de la testosterona les hace casi literalmente querer desaparecer del mapa social. Disminuye en ellos el interés por el trato social, excepto en lo que se refiere al deporte y al sexo. La vasopresina (hormona de las energías masculinas) les permite gozar con la competitividad y desear mantener su independencia. Necesitan ocupar su puesto en la jerarquía masculina. En ellos es más acusada la temeridad, tan característica en esta edad porque conceden más expectativas a los beneficios que a los riesgos.

¿Qué es genético y qué es cultural y educacional en las conductas de riesgo de algunos adolescentes?

Desarrollo cerebral durante la adolescencia, y cómo la inmadurez de la corteza prefrontal, unida a la hiperexcitación del sistema cerebral de recompensa, lleva a chicos y chicas a implicarse en muchos comportamientos de riesgo. Las razones de esa excitación extrema están relacionadas con los cambios hormonales puberales y la mayor sensibilidad cerebral a la dopamina, un neurotransmisor responsable de las sensaciones placenteras, que hace que las recompensas tengan un enorme poder de atracción para chicos y chicas. Esta sensibilidad contribuye a explicar lo rápido que aprenden los jóvenes y su gran receptividad a la recompensa, pero también sus reacciones emocionales extremas ante la derrota y el fracaso.

Es más conocido que el cerebro adolescente también muestra una gran sensibilidad ante la oxitocina, otra hormona y neurotransmisor que es responsable de la formación de vínculos y que hace que las relaciones sociales sean más gratificantes. Es bien conocida la preferencia que los adolescentes tienen por mantener relaciones con sus iguales, lo que resulta más novedoso es el papel que la sensibilidad a la oxitocina desempeña en esta atracción. Chicos y chicas disfrutan a lo grande cuando están con sus amigos y amigas, y prefieren estas relaciones a otras con sujetos de diferente edad. De alguna manera, está pasión por los compañeros de la misma edad es la expresión en el ámbito social de la atracción que los jóvenes sienten por la novedad, puesto que sus coetáneos les resultan más novedosos que el conocido ambiente familiar.

Durante estos años se vivirán con gran dolor las situaciones de aislamiento o rechazo por parte del grupo. De hecho, algunos estudios con resonancias magnéticas han revelado que la respuesta del cerebro ante la exclusión del grupo de iguales es similar a la que se observa en situaciones de amenaza o de falta de alimento. Ello explica el tremendo sufrimiento que experimenta un chico que ha sido traicionado por sus amigos o que no ha sido invitado a una fiesta. Es decir, la baja vinculación con el grupo de iguales es uno de los factores relacionados con los trastornos emocionales en chicos y chicas adolescentes.

Finalmente, hay que resaltar un último detalle que no está exento de importancia: se trata de las estrechas relaciones existentes entre el sistema cerebral de placer-recompensa y el socio-emocional. Ello justifica que se produzca una sinergia entre ambos sistemas, sobrexcitables e hipersensibilizados durante la adolescencia, y que chicos y chicas muestren un comportamiento especialmente arriesgado cuando están con el grupo. Resulta evidente que hacen muchas más tonterías y arriesgan bastante más si están con sus amigos que si están solos.

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