Es precisamente el concepto restauración/reparación el que me dio la idea de relacionar el término Kintsugi con la resiliencia.
La cultura japonesa es una cultura con un alto sentido de la espiritualidad. De hecho, junto con el término Kintsugi, también existe la expresión Wabi-sabi que consiste en hallar la belleza de los objetos rotos, viejos o deteriorados. Esto hace que el verdadero valor de un objeto no radique exclusivamente en su belleza externa, sino en la historia que dicho objeto posee.
La sociedad actual, la sociedad occidental ha perdido en interés por restaurar lo viejo o roto. Y esto se debe a que en su escala de valores se relaciona lo bello con lo nuevo o lo que es lo mismo, se aparta lo viejo y roto para ser sustituido por algo nuevo y moderno. Esto es algo que puedes hacer con un objeto. Pero, ¿qué pasa cuando trascendemos el objeto a una persona, a una persona rota y deteriorada por dentro? Ahí es donde el término resiliencia juega un papel fundamental.
¿Qué significa resiliencia? Capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas. Por tanto, al igual que el Kinsugi, la resiliencia habla del valor de la reparación como una manera de salir de una situación traumática o dolorosa.
El cuerpo y el alma de las personas, al igual que cualquier objeto de porcelana, es frágil y está expuesto al paso del tiempo. Y ese paso del tiempo desgasta la cerámica, pero también desgasta tu cuerpo y tu alma hasta que llega el día en que te rompes no sólo por fuera mediante el llanto, sino también por dentro a través de la pena y el sufrimiento. Pero lo bueno que tiene dicha rotura tanto en el objeto como en el cuerpo y alma es que tiene la posibilidad de repararse mediante el polvo de oro en los objetos de cerámica y mediante la resiliencia en las personas.
La vida que vives está repleta de grietas, de muchas roturas. Hay momentos en tu vida en que estás roto por fuera y por dentro (la muerte de un ser querido, la pérdida del trabajo, una enfermedad difícil, un ataque terrorista …). Generalmente, las personas logran adaptarse con el tiempo a las situaciones que cambian dramáticamente su vida y que aumentan su estado de tensión. ¿Qué les permite adaptarse? Es importante haber desarrollado resiliencia, la capacidad para adaptarse y superar la adversidad. Ésta se aprende en un proceso que requiere tiempo y esfuerzo y que compromete a las personas a tomar una serie de pasos.
La resiliencia te ofrece la oportunidad de devolverte la sonrisa y recomponer tu alma y tu espíritu para que una vez restaurados, al igual que un objeto de porcelana expuesto al Kintsugi, pueda resurgir con toda su fuerza y toda la determinación para sobreponerse a los obstáculos que la vida te pone por delante.
Convertirse en una persona resiliente hará posible que puedas recomponerte por dentro y por fuera. De hecho, lo que fomenta el Kintsugi es que seas tú mismo el que restaures tu propio plato. Con la resiliencia pasa igual.
La resiliencia es la capacidad para afrontar la adversidad y lograr adaptarse bien ante las tragedias, los traumas, las amenazas o el estrés severo.
Ser resiliente no significa no sentir malestar, dolor emocional o dificultad ante las adversidades. La muerte de un ser querido, una enfermedad grave, la pérdida del trabajo, problemas financiero serios, etc., son sucesos que tienen un gran impacto en las personas, produciendo una sensación de inseguridad, incertidumbre y dolor emocional. Aún así, las personas logran, por lo general, sobreponerse a esos sucesos y adaptarse bien a lo largo del tiempo.
El camino que lleva a la resiliencia no es un camino fácil, sino que implica un considerable estrés, tristeza y dolor emocional, a pesar del cual las personas sacan la fuerza que les permite seguir con sus vidas frente la adversidad o la tragedia. De hecho, el camino hacia la resiliencia probablemente está lleno de obstáculos que afectan nuestro estado emocional. La resiliencia no es una característica que la gente tiene o no tiene. Incluye conductas, pensamientos y acciones que pueden ser aprendidas y desarrolladas por cualquier persona. Pero, ¿cómo lo hacen?
Uno de los factores más importantes en la resiliencia es tener relaciones de cariño y apoyo dentro y fuera de la familia. Relaciones que emanan amor y confianza, que proveen modelos a seguir, y que ofrecen estímulos y seguridad, contribuyen a afirmar la resiliencia de la persona.
Las personas resilientes poseen tres características principales:
a) saben aceptar la realidad tal y como es
b) tienen una profunda creencia en que la vida tiene sentido
c) tienen una inquebrantable capacidad para mejorar
Además, presentan las siguientes habilidades:
Todos estos son habilidades que las personas pueden desarrollar por sí mismas.