La asignatura cambia de persona en persona pero la sensacion de rechazo, aversion e incapacidad es la misma para todos.
Blog, Psicología Adolescentes

«Mi hijo odia una asignatura»

“Todos los años me pasa lo mismo. Antes siquiera de empezar las clases, ya existe una (o varias) asignatura que odio y que quiero evitar a toda costa. Con solo escuchar su nombre, me entran picores y sarpullidos.”

Es frecuente que, a lo largo de nuestros años de estudio, nos encontremos con asignaturas que no nos gusten, incluso que las odiemos. Siempre las suspendemos o sacamos malas notas, dejamos su estudio para el final y desearíamos que las eliminasen de nuestros estudios. Pero, queramos o no, ahí están y tendremos que aprobarlas para superar el curso.

¿Qué podemos hacer para no tener ese prejuicio hacia ciertas asignaturas?

La asignatura varía… Hay estudiantes a los que no les gusta nada estudiar Ciencias o Historia, otros no quieren saber nada del Lenguaje y la Literatura, para otros los idiomas… pero la sensación es la misma. Esa sensación de rechazo, casi de miedo por lo que nos queda por delante durante el curso.

Pero, sin lugar a dudas, la materia más odiada por la mayoría son las Matemáticas. “Mamá, ¡es que no las soporto!” Desgraciadamente esta frase ya la hemos escuchado muchas veces, ya sea desde nuestros hermanos, amigos o hasta de nosotros mismos con alguna asignatura que nos quitaba el sueño. Es terrorífico cuando de repente algo cambia en el ambiente académico que es capaz de inducir una espiral descendente de malos resultados y aversión a la materia, una espiral de desmotivación del cual es difícil salir y que muchas veces termina por eliminar dicha rama del conocimiento de nuestras vidas.

Por eso es importante preguntarse: ¿Cómo es posible que un niño llegue a no soportar las Matemáticas, la Historia o la Física? O más terrible aún ¿Cómo es posible que se convenza de que no es capaz de tener éxito en alguna de ellas?

Para comenzar a entender el problema de la espiral de la baja motivación, resulta necesario identificar sus partes: ¿De qué se habla cuando nos referimos a prejuicio, aversión y sensación de incapacidad?

Los prejuicios a menudo provienen de algo que has oído de otra persona. Por tanto, no siempre constituyen tu opinión original, sino una que has adoptado. En general, cuanto más antigua sea, más difícil puede ser de superar. Además, las personas similares tienden a juntarse. No hay nada malo con esto, pero el pasar mucho tiempo con quienes piensan de igual manera puede influirte de forma muy significativa, lo que se conoce como presión de grupo (todos somos muy susceptibles a ser influenciados por otros).

Se define aversión como un rechazo frente a alguien o algo, en este caso una asignatura, que puede manifestarse de diversas maneras e intensidades como en los casos de la repulsión, el odio o las fobias. El rechazo normalmente no aparece por sí sólo, sino que forma parte de una relación de causalidad que necesita de un evento que lo origine. De esta forma, para las fobias por ejemplo, este evento corresponderá en algunos casos a un hecho traumático en la niñez del individuo.

Por otro lado tenemos la temible sensación de incapacidad, esa voz interior que dice que no tenemos el don, que nos faltan neuronas, que ya es muy tarde… Desafortunadamente todos llegamos a pensar alguna vez en la vida que no nacimos para convertirnos en médicos, profesores universitarios o maestros. Para comprender el tremendo engaño que esta voz trata de persistir en nosotros cada vez que nos recuerda lo incapaces que somos, es interesante ver este video: The woman who changed her brain («La mujer que cambió su cerebro». 13 min. En inglés)

Este vídeo ilustra de forma impresionante el concepto de plasticidad cerebral y cómo, mediante un entrenamiento continuo, no existen los límites para el desarrollo mental. Al entender entonces que, como dicen algunos filósofos “el ser humano es posibilidad infinita”, pero posibilidad de verdad, ya que con esfuerzo podremos lograr prácticamente lo que sea, nos damos cuenta que esta sensación de incapacidad corresponde simplemente a una creencia falsa.

Una vez entendidas sus partes, es necesario preguntarse cómo funciona esta espiral.

Comenzamos del origen, bajo esta representación existen dos vías de ingreso. Por un lado se consideran como culpables de una aversión temprana a la asignatura, los inadecuados métodos de enseñanza, una pobre estructuración del curso o un cambio repentino de compañeros. Por otro lado, las malas notas o un profesor sin liderazgo (ese profesor que no cree en sus alumnos) se establecen como los responsables de la sensación de incapacidad en los pequeños. Ya metidos en la espiral la cosa es simple, basta con seguir el ciclo de “No me gusta el curso, pierdo las ganas de estudiar, recibo malas notas, no soy bueno en esta materia, no me gusta el curso…”

Naturalmente los resultados a futuro dependerán de cuánto dura el proceso, la intensidad con que ocurre y las edades las que comienza, ya que no es lo mismo comparar a un niño de 8 años que recibe un rojo en matemáticas con un universitario de 20 años que entiende perfectamente la razón por la cual recibió aquella nota. Estas consecuencias van desde pequeñas enemistades con la materia hasta diversos grados de fobia que podrían llegar a niveles de no querer hacer una operación matemática por el resto de sus vidas.

Y por último, es necesario preguntarse cómo se puede salir de esta espiral.

El objetivo es, por lo tanto, salir lo antes posible de este ciclo. De las vías de entrada esta espiral encontramos que la primera opción que corresponde a la estructura de un curso, es decir, habla sobre la forma como es presentado a los estudiantes, por lo que será de fácil diagnostico pero es difícil el cambio porque es algo ajeno al individuo, depende de otros, una entidad en este caso. La segunda opción, en cambio, corresponde al lado emocional, a las creencias profundas de los pequeños y por lo tanto de difícil intervención en el corto plazo pero con posibilidad de mejora y cambio. De este modo, para salir de la espiral se tendrá que encontrar la mejor combinación entre el mejoramiento de ambos aspectos de la enseñanza.

“Cualquier alumno, dicen los expertos, puede sacar buenas notas si está motivado, tiene autoestima y le enseñan cómo lograrlo.”

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