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Bienvenidos a la abuelidad, pero sabremos adaptarnos?

A medida que pasan los años adquirimos nuevos roles, y cada vez que nos enfrentamos a este proceso experimentamos emociones desconocidas, que necesitan tiempo para ser integradas adecuadamente. Un ejemplo de adquisición de un nuevo rol, y que sin duda marca un antes y un después en la vida de una persona, es el hecho de convertirse en abuelo.

Convertirse en abuelo puede ser una experiencia doblemente enriquecedora

Ser abuelo es una parte importante del ciclo de la vida para muchas personas, y los nietos serán muy importantes para la mayoría de ellos. Dichas relaciones, en general, son satisfactorias para ambos.

Por un lado, los abuelos dan a sus nietos afecto, amor incondicional, mimos, cuidados, valores morales, experiencias de vida, historias, soporte, comprensión, amistad, confianza, tiempo, compañía, ayuda en los momentos de crisis (divorcio, separación, enfermedades, problemas económicos), … Por ejemplo, es muy importante para el niño estar en situaciones emocionales diversas y percibir modelos culturales diferentes. La relación con los abuelos pone al niño en contacto con el pasado y sus orígenes. De hecho, los pequeños que han tenido experiencias significativas con los abuelos, maduran una particular sensibilidad hacia el sentido del tiempo y la historia, desarrollando la capacidad de empatía y comprendiendo mejor los sentimientos de los demás. En términos de desarrollo evolutivo, el amor incondicional de los abuelos fortalece su autoestima y autoeficacia, y durante la adolescencia, los nietos recurren a contradecir la sabiduría de los abuelos para conformar su identidad.

Por otro lado, los abuelos reciben estimulación, entretenimiento, aprendizaje de las nuevas tecnologías, amor, inspiración, ganas de esforzarse, sentimiento de utilidad y valía, continuidad en el futuro, amistad, compañía… para ellos es importante encontrar un equilibrio entre ayudar y sentirse cómodos. Además, los abuelos que participan y se identifican con el papel de abuelo desarrollan un sentido creciente del bienestar y de la moral, sobre todo en los momentos de pérdida personal, social y material, que de otra forma les llevaría a la desmoralización. Esto puede sugerir que estos abuelos tendrían menos probabilidad de caer enfermos: mental, física y emocionalmente. Por otra parte, también es importante resaltar: el sentido de utilidad que tienen como historiadores, transmisores de valores, de herencia y de tradiciones familiares.

Los cambios en la sociedad no siempre hacen fácil la adaptación al nuevo rol

Como abuelos, la noticia de que uno va a tener un nieto será algo que siempre se recordará, y produce una mezcla de emociones que nos invaden. Pueden ser sensaciones muy contradictorias que pueden ir de la inmensa alegría al impacto de pasar a una nueva etapa donde nos veremos inevitablemente más mayores. Por lo que los abuelos deben buscar cuál es su lugar.

Además, los cambios socioculturales y en la esperanza de vida suponen que los abuelos actuales deben desarrollar unas habilidades diferentes a las que experimentaron y aprendieron como nietos.
En primer lugar, los cambios socioculturales implican que antiguamente, en los años 40-50 los abuelos vivían en el hogar familiar y los niños se educaban en un ambiente de “tribu”, por lo que la relación era muy cercana. Después, se propagó la idea de “cada uno en su casa”, por lo que las redes familiares comenzaron a ser más extensas y esto distanció y enfrió las relaciones entre abuelos y nietos. Pero desde los años 80, múltiples circunstancias como la entrada de la mujer al mercado laboral, la exigencia laboral, el crecimiento profesional, el deseo desenfrenado de aumentar las ganancias o de asegurar una cierta estabilidad económica en el hogar, los abuelos son prácticamente los únicos cuidadores de los nietos, ya que los padres tienen que trabajar con jornadas muy amplias y necesitan disponer de ayuda sin límites de horarios y que no suponga un gasto económico.

En segundo lugar, la extensión de la esperanza de vida supone que un 50% de los jóvenes cuentan con al menos dos abuelos y que estas relaciones pueden prolongarse durante 30 o 40 años, incluso dando lugar a relaciones entre bisabuelos-bisnietos.

Y entonces, qué tipo de abuelo quieres ser?

Dentro de esta amalgama de factores externos, cada abuelo de forma individual debe evolucionar y definir qué tipo de rol quiere desempeñar dentro del nuevo status quo familiar. Así, en la actualidad se dan principalmente 3 tipos de abuelos: los cuidadores, los invasivos y los indiferentes.

Los cuidadores son aquellos que se sienten encantados de cuidar a sus nietos y les gusta ayudar a sus hijos. El problema es que esta ayuda desinteresada -y la mayoría de las veces muy beneficiosa tanto para los abuelos como para sus nietos- se ha convertido en muchos casos en una obligación a tiempo completo que resta salud y calidad de vida a las personas mayores, que ya no tienen la energía que tenían cuando fueron padres y se ven obligados a renunciar a su vida y sus actividades. Estas situaciones generan mucho estrés y pueden causar cuadros de hipertensión emocional, taquicardia, cansancio extremo, sobreesfuerzo físico, desánimo, depresión, entre otros. Además, la obligación y la exigencia desdibujan el verdadero vínculo que debe darse entre abuelos y nietos, una relación menos presionada por los límites que impone la crianza de un niño, que es patrimonio de los padres.

Los invasivos son los que nunca imponen disciplina a los nietos, que los miman y consienten demasiado o les dan muchos regalos, minando así la autoridad de los padres mientras tratan de comprar el afecto de los nietos. Estos no establecen una relación adecuada con sus abuelos, ya que solo buscan los premios materiales, creando así una relación poco estable y duradera porque en cuanto no haya beneficios, no habrá relación.

Y por último, los indiferentes, que son los que raramente ven a sus nietos, sólo unas horas una o dos veces al año. Normalmente son personas que no se sienten satisfechas de ser abuelos desde el principio. En este caso, los nietos no suelen sentir mucho aprecio o cercanía con sus mayores.

A partir de aquí, os invito a conocer a vuestros nietos y a disfrutar de ellos. A construir la relación que vosotros y ellos necesitéis y que os guste, y a descubrir y disfrutar la nueva etapa.

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